Decía el buen Sócrates allá por el siglo V (A. de C) que “toda sabiduría se inicia con el conocimiento y buen uso de las palabras”
André Gide,en nuestro siglo XX y estando ya muy enfermo, le dijo a su médico lo que más le preocupaba al morir: “Tengo miedo de que las frases de mis escritos lleguen a ser gramaticalmente inexactas”.
En unas entrevistas de una cadena de televisión que se personó en la Facultad de Derecho de una ciudad, de cuyo nombre no quiero acordarme, unos estudiantes de primer curso, a quienes les preguntaron qué opinaban de la Constitución, contestaron riendo: “Es muy guay”. A ésta respuesta tan lúcida su compañero, muerto de risa, añadió: “Es muy chula, sí, pero si hay que cambiarla, pues se cambia”. Y al final dijeron: “Y ya está”. Y se fueron…
Si nos vamos al fútbol, la cosa empeora: “Hemos venido a ganar, porque necesitamos no perder para tener los puntos, porque bueno…necesitamos ganar, así que bueno…vamos a hacer lo que sea para no perder y ver qué pasa” (textual).
En un pueblecito hondureño aparecía un campesino analfabeto que en unas inundaciones terribles de agua y barro había perdido a toda su familia, esposa, hijos y nietos. El locutor televisivo, perfectamente bien vestido y acicalado, le preguntó qué es lo que sentía al haber perdido a toda su familia tras esos diluvios y huracanes. El abuelo campesino, ante la cámara y su locutor, inmediatamente se quitó de la cabeza el sombrero de paja, lo cogió entre sus manos, bajó la cabeza y dijo:
— Excuse que no acierte a contestarle debidamente, pues mi pensamiento es ahora otro. Lo que me preocupa es lo que voy a hacer con mis sentimientos durante lo que me reste de vida (textual)
En la pobreza suburbial un campesino trataba de expresar, con su máxima exactitud y viveza cervantina, sus emociones.
Un amigo mío dice que ya ha tirado la toalla, que las cosas son como son, y que el lenguaje de los móviles, redes sociales y demás han ganado la batalla.Que el mundo nos ha dejado atrás y que deberán ser las nuevas generaciones las que traten de luchar y enfrentarse a tanta ignorancia e insensatez, en medios que además no se sabe si se dice la verdad o la mentira. Yo todavía tengo esperanzas y hago estos esfuerzos de las citas de los jueves.
JG
Juan Ignacio de Gispert
Abogado